La empatía es la capacidad de empatizar y sentir compasión por otras personas. Es una parte vital de la inteligencia emocional y para la convivencia. Las personas que sienten empatía son más capaces de comprender o prever las acciones de los demás, proporcionar un apoyo más específico y tratar correctamente los sentimientos de los demás. Esto puede ser beneficioso no sólo en términos de contactos sociales, sino también en términos de logros profesionales. La buena noticia es que se puede aprender a ser más empático, una forma de reconocer la empatía es sintiendo el dolor del otro, como nos ha dicho Dios en sus enseñanzas de los versículos de humildad.
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Colosenses 3:12
Consejos para cultivar tu empatía
Deja de lado tus prejuicios
Cuando te acercas a alguien con prejuicios, es muy probable que te pierdas muchos detalles y te guíes más por tu imagen mental que por lo que realmente ves. Por ello, esfuérzate por acercarte a los demás de la forma más abierta y sin prejuicios posible.
Hay que cuestionar las acciones de los demás
La empatía implica, entre otras cosas, comprender las razones de las acciones de los demás. Por ello, pregunte con más frecuencia: «¿Por qué lo hace así? – «¿Qué importancia tiene para ti?». – «¿Cómo llega a sus conclusiones?». Asegúrate de que tus preguntas no parezcan intrusivas o acusadoras, sino más bien curiosas. Si tu interlocutor está dispuesto a responder, aprenderás mucho sobre él o ella y conseguirás entenderle mejor en el futuro.
Aprende sobre tus propias emociones.
Es casi imposible reconocer los sentimientos de los demás si no puedes percibir y categorizar tus propias sensaciones. Por ello, empieza por ti mismo: Vigila tus emociones e intenta averiguar qué las provoca. ¿Cómo se manifiestan tus emociones ante el resto del mundo? Es muy probable que las emociones de los demás se expresen de forma similar a las tuyas. Entonces podrías preguntarte: «¿Qué requiero yo en determinadas situaciones?», como etapa siguiente. Por supuesto, las necesidades de otra persona pueden ser muy diferentes a las tuyas. Sin embargo, puedes ocuparte mejor de ti mismo, lo cual es una base crucial para la empatía.
Vigila tu entorno
El desarrollo de la capacidad de empatía requiere una mirada aguda. Presta atención a cómo actúan los demás. Simplemente siéntate en una cafetería llena de gente durante una hora y estudia cómo interactúa la gente. ¿Qué se dicen cuando se encuentran? ¿Qué hacen exactamente? ¿Qué revelan sus expresiones faciales sobre ellos? Intenta hacer deducciones sobre cómo se comporta la gente que observas. Con un poco de práctica, serás capaz de leer una gran variedad de señales. Por supuesto, debes ser consciente de que puedes equivocarte.
Demuestra que te importan los demás
La empatía está directamente relacionada con el interés por los demás. Por ello, pregunte cómo les va a los demás, en qué piensan y qué les gusta y disgusta con auténtica curiosidad. Aprende más sobre tus semejantes y te resultará mucho más fácil ponerte en su lugar. Pero aquí está la cosa: nunca debes fingir que te interesa. Comprueba si algo despierta tu curiosidad.
Los demás pueden enseñarte habilidades de empatía
Seguro que has conocido a personas que tienen una capacidad natural para empatizar con los demás. Solicita su ayuda en tus esfuerzos por ser más empático. Comenta las situaciones a las que te enfrentas y las reacciones adecuadas. Tal vez quiera acompañarte a la cafetería durante tu sesión de ejercicios y ofrecerte su opinión sobre si lee o no las señales de los demás de la misma manera que tú.
Comprender la distinción entre compasión y lástima
Ser capaz de empatizar con los sentimientos de los demás es lo que implica la compasión. La compasión implica experimentar el dolor en primera persona. La compasión es beneficiosa y favorece a la otra persona. La compasión causa un daño mayor porque inhibe tu capacidad de empatía y te hace mucho más difícil encontrar soluciones y estar atento a la otra persona. Esta distinción es importante no sólo para tu propio bienestar, sino también para tu forma de interactuar con los demás.
Haz un esfuerzo por leer entre líneas
Lo que dicen los demás no es más que una pequeña parte del verdadero mensaje. Hay mucho que no se dice, pero es igual de importante en la comunicación. Intenta descifrar la información que se esconde entre las líneas. Detenerse y pensar un segundo antes de responder es una buena manera de hacerlo. Pregunte si no está seguro de haber captado correctamente un mensaje tácito.
Rodéate de un grupo diverso de personas
Cuantos más individuos conozcas, más fácil te resultará estar abierto a nuevas ideas y aceptar nociones muy diferentes a las tuyas. Si está familiarizado con determinados grupos y tipos de personas, podrá comprender mejor sus sueños, sentimientos y problemas. Por ello, intenta pensar un poco más allá y rodearte de gente que no te resulte familiar. Los libros (auto)biográficos, las películas o los reportajes también pueden ser muy beneficiosos y proporcionarle una nueva perspectiva.
Ponte en situaciones diferentes
Cuando se trata de desarrollar la empatía, hacer teatro es un pasatiempo beneficioso. En el escenario, debes representar de forma convincente las emociones, lo que requiere un profundo compromiso con el tema de cómo discernir esas emociones. Eso también te ayuda en la vida real. ¿Quizás haya un club local de actores aficionados al que te gustaría unirte por un tiempo?
La compasión ayuda a reducir la rabia
Es demasiado fácil enfurecerse con otras personas. Lo que a menudo olvidamos en el proceso es que el comportamiento molesto suele estar motivado por algo. Tal vez el compañero de trabajo que llega constantemente unos minutos tarde tiene tantas tareas diarias que organizar es casi imposible. Tal vez acaba de recibir una llamada telefónica crucial, o su hijo se encuentra mal y tiene que pensar en cómo atenderlo. Tal vez no tenga la mejor salud y el estrés de la vida cotidiana le esté quitando energía.
O tal vez no se dé cuenta de lo molesto y frustrante que es para ti su impuntualidad. No siempre se puede saber qué hay detrás de un comportamiento. Darse cuenta de esto es crucial. Y vivirás una existencia mucho más pacífica si eres más indulgente con las acciones de los demás y supones que normalmente hay excelentes razones para sus acciones.
Vigila tu propio equilibrio energético
La empatía es un rasgo valioso, pero conlleva riesgos: Asegúrate de no excederte. Puedes perderte a ti mismo si te centras demasiado en los demás. Por lo tanto, sé consciente de ti mismo y da un paso atrás si la conexión emocional con los demás se vuelve demasiado para ti.
Distingue entre tus propias emociones y las de los demás
Cuando aprendes a percibir los sentimientos de los demás, empiezas a sentir lo mismo. Esto es totalmente natural, pero a veces puede ser un reto: No siempre está claro si estás experimentando tus propias emociones o simplemente imitando las de los demás. Sin embargo, la diferencia es significativa. Por lo tanto, préstate atención a ti mismo y cuestiona específicamente cualquier sentimiento inesperado. ¿Estás seguro de que son tuyos?
Mantén la distancia necesaria
La empatía, como todo, tiene sus límites. Asegúrate de respetar el espacio personal de los demás. Nadie quiere ser inundado con simpatía, respuestas y consejos de un conocido cualquiera. Y no todo el mundo está dispuesto a hablar de sus propios sentimientos. Sé consciente de lo que requiere tu interlocutor y da un paso atrás en el tiempo.
Tómate tu tiempo con esto
La empatía es una habilidad difícil de dominar, pero se puede conseguir con la práctica. Como resultado, sé amable contigo mismo. Cualquiera que diga que puede transformarte en una persona altamente empática en cuestión de días o semanas miente. Un procedimiento como éste sólo puede dominarse paso a paso. Tómate tu tiempo y disfruta de estos pequeños pasos hacia una mayor empatía.