Júpiter: el más brillante a lo largo del año dependiendo de su fase y es después del sol el mayor cuerpo celeste del sistema solar por tener una masa dos veces y media más que el resto de los planetas juntos. Es gaseoso y está formado por hidrogeno y helio carente de una superficie interior definida.
Saturno: sus anillos brillantes lo distinguen además de su forma visiblemente achatado en los polos y con un período de rotación incierto por no poseer superficie; su atmosfera gira con un periodo distinto en cada latitud. Su volumen es suficiente para contener 740 veces la Tierra y solo 95 veces de su masa es terrestre.
Urano: se le puede avizorar fácilmente en el cielo nocturno. Su atmosfera planetaria es la más fría del sistema solar con una temperatura de -224°C.
Neptuno: el octavo planeta del sistema solar y el primer en ser descubierto por medio de las predicciones matemáticas. Con una masa 17 veces más que la tierra y ligeramente más masivo que Urano. Posee los vientos más intensos de todo el sistema.
Se desconoce el dato de hasta dónde llega este sistema y se piensa que hasta la heliopausa que se ubica a 16.000 millones de kilómetros del sol, a cuya distancia llega la influencia del viento solar. Se encuentra en la Nube Interestetar Local, en La Burbuja Local del Brazo de Orión a unos 28.000 años luz del centro de galaxia. Su origen se remonta a hace 4568 millones de años por colapso de una nube molecular en Vía Láctea.